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LA MEMORIA DEL CHE, PORFIADAMENTE VIVA

por Disamis Arcia Muñoz

En este 2020 se cumplen siete años de la inclusión en el Registro Mundial de la Memoria del Mundo de la UNESCO, de los archivos personales de Ernesto Che Guevara que se conservan y atesoran en el Centro de Estudios que lleva su nombre en Cuba.

El 18 de junio de 2013, el Comité Asesor Internacional (IAC por sus siglas en inglés), compuesto por 14 miembros designados por el director general de la UNESCO, hizo oficial su decisión de incluir a la colección documental Vida y Obra de Ernesto Che Guevara. 1928-1967, en el Registro Mundial, luego de un largo camino que la había llevado a ser incluida en el nacional y regional latinoamericano. Desde Cuba, aparecen junto a ella en la selecta y reducida lista los manuscritos de José Martí y los filmes del Noticiero Latinoamericano ICAIC 1960-1990, del reconocido cineasta cubano Santiago Álvarez.

El Registro de la Memoria del Mundo es un programa relativamente reciente, creado en 1992 dentro de los proyectos de salvaguarda y desarrollo cultural de la UNESCO, enfocado en lograr la articulación de esfuerzos y la concepción de estrategias de preservación y difusión de los fondos documentales más importantes que existen y son expresión de la cultura de los pueblos, como una respuesta frente a esa tragedia que sucede día a día ante la indiferencia de muchos: la desaparición acelerada de las memorias escritas de la humanidad.

En el año 2013, la cifra de documentos o colecciones que conformaban la Memoria del Mundo llegaba apenas a 238, y abarcaba numerosas regiones del planeta. Textos tan valiosos como los Manuscritos literarios de la antigua Naxi Dongba, el Archivo de Santiago Ramón y Cajal y la Escuela Española de Neurohistología, otros más cercanos en el tiempo como los Archivos de la CODESA (Convención por una Sudáfrica Democrática) 1991-1992 o los Archivos del Instituto Literario en París (1946-2000), por solo mencionar algunos, engrosaban la relación. Desde entonces el número ha aumentado, y cada uno de estos nombres significa un nuevo llamado de atención sobre su valor intrínseco, pero, más importante aún, sobre nuestra responsabilidad de mantenerlos y conservarlos para las próximas generaciones.

En ese contexto, se hace evidente la trascendencia de la inclusión de los archivos personales del Che, en especial por lo que significa para la memoria de las luchas emancipadoras de los pueblos de América Latina y el mundo. Como expresara Eduardo Galeano poco tiempo antes de morir: “nadie ignora que el Che es un símbolo universal, celebrado en los más diversos lugares y cantado en las más diversas lenguas. Su memoria se enciende y crece, porque ella encarna la energía de la dignidad humana, porfiadamente viva, mal que les pese a los indignos del mundo”.

Esa memoria de la que habla Galeano se ve expresada en sus apuntes personales, cartas, diarios, fotografías, relatos, poemas y otros documentos históricos que conforman la Colección Documental Vida y Obra de Ernesto Che Guevara (1928-1967). La riqueza y multiplicidad de formatos, tipologías y soportes de los archivos; el tiempo que abarcan —prácticamente desde su nacimiento hasta su muerte—; así como la multiplicidad temática de sus escritos que constituyen la expresión de su legado teórico y práctico, profundamente universal, fundamentan la decisión de incorporarlos al Registro.

La colección se origina a partir de los archivos personales del propio Che, quien desde muy joven cultivó la costumbre de conservar, a modo de archivo trashumante, las cartas que cruzara con familiares y amigos, sus apuntes de estudios y lecturas, relatos, diarios, artículos y otros escritos a los que luego fueron sumándose documentos históricos vinculados con la lucha insurreccional en Cuba contra la tiranía de Fulgencio Batista, los años de fundación de la nueva sociedad que comenzara a construirse a partir del triunfo de enero de 1959, y su proyección mundial como líder y voz del llamado Tercer Mundo.

Conservados por su familia desde su salida de Cuba para incorporarse a la lucha revolucionaria en el Congo y Bolivia, sus documentos personales se enriquecieron con su biblioteca personal, compuesta por títulos que corresponden a temas tan disímiles como imprescindibles no solo para la intensa actividad que desplegara como dirigente revolucionario —las temáticas abarcan un amplio espectro que va desde filosofía, sociología, física, cálculo, historia, principios de contabilidad, entre otros—, sino también por su variado gusto literario.

Manuscritos o mecanografiados sobre papel o cuartillas; escritos con diferentes tipos de tinta o a lápiz; de tamaños y volumen que transitan desde pequeñas libreticas —donde escribiera, por ejemplo, su Diario de un combatiente, cuidadosamente protegidas por pequeñas fundas de nylon, previendo las dificultades de la lucha guerrillera—, folletos, cuadernos escolares, o legajos improvisados de acuerdo a su contenido conforman en buena medida los documentos de mayor relevancia dentro del fondo. También se encuentran publicaciones periódicas —especializadas en temas médicos, o dirigidas al gran público— y ediciones príncipe de obras de su autoría, con revisiones y correcciones de su puño y letra.

Hasta el momento de su inclusión en el Registro, el número se elevaba hasta 1007 documentos que de una u otra manera son resultado de la experiencia vital de Che —casi desde su nacimiento hasta sus últimos momentos en Bolivia—, y giran en torno a su obra revolucionaria, ensayística, periodística, biográfica y personal, así como su correspondencia oficial y familiar. De ese volumen, 431 eran escritos por Che y 567 estaban relacionados con sucesos, acontecimientos o personas a las que estuvo vinculado. De entonces a acá, la cifra de la colección ha ido aumentando, gracias al aporte de algunos amigos y compañeros que los conservaban entre sus archivos personales y decidieron entregar su salvaguarda al Centro de Estudios Che Guevara.

En el caso de este último, desde su creación como Archivo Personal del Che, los fondos documentales han funcionado como el eje central y el punto neurálgico de su trabajo de investigación y divulgación. Gracias al paciente y constante trabajo científico desarrollado, fue posible realizar un estudio sistematizado de su vida y obra, caracterizada desde el punto de vista conceptual por su formación autodidacta y por la permanente interrelación que establece entre teoría y práctica como rasgo distintivo de un proceso de acumulación teórica en constante interrelación con la práctica y la experiencia.

Sobre la base de esta sistematización es posible distinguir las etapas y facetas más significativas en el desarrollo de la vida, la obra y el pensamiento de Ernesto Che Guevara, a partir de las cuales se establece entonces un criterio de organización y clasificación que responde a una perspectiva cronológica y temática. Los períodos fundamentales son:

  • I. Niñez y adolescencia: del nacimiento a los 16 años.
  • II. Primera juventud: de los 16 a los 25 años.
  • III. Etapa de adulto-joven: de los 25 a los 30 años.
  • IV. Etapa de adulto: de los 30 a los 39 años.

La importancia de esta colección y su incidencia en el trabajo actual y futuro del Centro de Estudios Che Guevara, en sus propósitos de mantenerlo en constante diálogo con la realidad y sus retos en los momentos actuales, fue expresada por el intelectual cubano Alfredo Guevara cuando afirmó que: “La memoria histórica, la obra rediviva del Che en instantáneas y escritos es la manera de unir, alrededor de esta institución, a las nuevas generaciones latinoamericanas y cubanas que se interesan en su propia historia y la de sus pensadores”.

A lo largo de los años, su labor se ha materializado en el impulso de un proyecto editorial abarcador motivado por el propósito de dar a conocer gran parte de los documentos inéditos que forman parte de sus archivos, y promover de esta forma el acceso a la obra y el legado de Che Guevara, a través de sí mismo. Esta línea de trabajo se ha visto ampliada con la realización de numerosas acciones y productos comunicativos marcados por el propósito común de promover una visión integral de su pensamiento y acción.

En un contexto como el que vivimos hoy, el Che se empeña en permanecer como referente y horizonte de un mundo mejor. Su legado teórico y revolucionario, expresado a través de los documentos atesorados por el centro que lleva su nombre, necesitan ser más divulgados, más debatidos, enriquecidos y superados. Mientras exista el orden de cosas actual, seguirá existiendo la necesidad de conservar y proteger para las nuevas generaciones la experiencia vital del Che, de mantenerlo vivo dentro de la memoria de la humanidad.